lunes, 27 de abril de 2015

MONA MARIS, DE COMO UNA ESTRELLA DE HOLLYWOOD LLEGÓ A TARMA.


 

 

 

MONA MARIS, DE COMO UNA GRAN ACTRIZ DE HOLLYWOOD  LLEGÓ A TARMA.

Dr. Moisés Tacuri García

“Lo que más nos aproxima a una persona es

esa despedida, cuando acabamos separándonos,

porque el sentimiento y el juicio no quieren ya

marchar juntos; y aporreamos con violencia

el muro que la naturaleza ha alzado entre ella y nosotros”

 

Friedrich Nietzsche

 

Cuando por esas casualidades de la vida, navegando en ese mundo infinitesimal  de la web, me topé con una historia interesante, una gran historia, que involucraba a una estrella del cine de los 50’s llamada Mona Maris y a nuestra ciudad, decidí escribir y transcribir todo lo que encontré de este hecho sin precedentes.

La pregunta màs obvia que se hará el lector es ¿Quien fue Mona Maris?, la verdad es que su nombre verdadero era Rosa Emma Mona María Marta Capdevielle, nacida un 7 de noviembre de 1906, en la inmensa y bella ciudad de Buenos Aires, Argentina, fue una actriz de cine que actuó en Europa y Estados Unidos durante el primer período del cine. Fue conocida en Argentina como “El orgullo de las pampas” y su nombre artístico fue precisamente Mona Maris, una muy bella mujer que robaba corazones a todos los varones allá por los años de la Post Guerra, tanto por su dulzura como por su personalidad.

Su madre era española y su padre francés. Era tan inteligente y precoz que a los diecinueve años ya hablaba cuatro idiomas y había recibido educación en Inglaterra, Francia y Alemania.

 Arribó a Hollywood desde Berlín con un contrato para la empresa cinematográfica United Artists el 31 de diciembre de 1928 de la mano de Joseph Schenck, presidente de esa empresa y a la vez su mentor y mecenas.

 Ya entonces había aparecido en filmes alemanes. Su popularidad en Sudamérica se hizo avasallante por que el cine en ese entonces se convertía en un entretenimiento favorito por las multitudes y no había ciudadano alguno que no acudiera a los cinemas aquellos.

 La ambición de Mona de ser actriz se originó durante la Primera Guerra Mundial cuando era alumna en un colegio de Francia. Ella y sus compañeras escribían, dirigían, y presentaban

pequeñas obras para entretener a soldados que estaban estacionados cerca del colegio, destacando claramente en los roles que ejecutaba. Cuando egresó del colegio, Mona fue a vivir a Londres con su madre, una mujer que le daba mucha libertad en todas sus actividades. La visita

a su madre que iba a durar inicialmente seis meses (toda vez que Mona no vivía con ella) se prolongó a dos largos e intensos años.

De Inglaterra, Maris viaja a Alemania. Allí mediante una carta del embajador argentino en Berlín, logra entrevistar al presidente de la productora alemana UFA y que le hagan una audición

 y una prueba de pantalla. Entonces al apreciar su gran talento le ofrecen trabajar con un prominente director con un contrato por cinco años. Aconsejada por su abuela finalmente logra que su familia acepte esta extraordinaria propuesta y luego de actuar en cuatro filmes, Joe Schenck le ofreció seguir su carrera en Hollywood.

En esta etapa de su vida tiene el gran honor y mérito de haber compartido roles estelares en más de cincuenta películas, en las que compartió el cartel con grandes figuras de la cinematografía mundial de la magnitud de Buster Keaton, Humphrey Bogart (en el film clásico "Un diablo con las mujeres"), el admirado por las damas de entonces Cary Grant (con el cual filma por la famosa compañía Paramount, la película conocida en español como "El templo de las hermosas" o "Beso y maquillaje"), trabajó también  con el famoso sacerdote y actor José Mojica ( con el que filmó para la compañía cinematográfica Fox, "Cuando el amor ríe" en 1931 y en 1932 "Ladrón de amor" y "El caballero de la noche"), Mary Pickford, la bellísima Rita Hayworth, Bela Lugosi, el héroe de las películas de época Victor Mature , como se puede apreciar amable lector Mora Maris era toda una estrella de Hollywood.

 Los argentinos la recordarán siempre por haber sido la compañera de Carlos Gardel en  la película “Cuesta abajo”, de la Paramount,en la que cumple un rol protagónico, de la cual hay un importante archivo fotográfico conforme se puede apreciar en la fotografía adjunta en un apretado y sensual baile del tango con el mismísimo Gardel.

Entre otras películas famosas de las tantas que filmó entre Europa, México y los Estados Unidos se encuentran otra como co-protagonista o actriz de reparto: "Al sur del Río Grande" junto a

George Lewis, "Yo, tú y ella" junto a Rosita Moreno (otra de las dos figuras femeninas de Gardel con las que también se le relacionó sentimentalmente con el Zorzal gaucho, en ese film  rodaron juntas al lado de un artista en común, el “Che Carlitos”), "The passionate Plumber" con Buster Keaton, "Secretos" con Mary Pickford, "Love on the Run" con Clark Gable y Joan Crawford, "Una cita con el halcón" con Geroges Sanders, "Volando hacia el destino" con Geraldine Fitgerald, "Correspondencia Berlín" y otras famosas.

Durante su estadia en Europa tuvo un fugaz matrimonio con Clarence Brown que fracasó y con el ingeniero holandés Harry Geldelman (Personaje que llegaría a relacionarla con nuestra ciudad).

 Nunca fue confirmada su verdadera relación con Carlos Gardel, Cuando Mona Maris fue consultada al respecto, respondió: "Cuando dejé mi contrato en California para hacer la película “Cuesta abajo” (con Gardel) nos hablamos y correspondimos mucho. Sí; le puedo asegurar que hubo una mutua atracción. Era difícil sustraerse a la que él ejercía sobre todo el mundo, y yo también era muy atractiva (...) y tenía mis pretendientes. No se crea..." (...) "Con Gardel existió desde un principio un sentimiento mutuo. Usted sabe que muchas veces por razones de trabajo u otras, dos personas simpatizan pero las circunstancias impiden que germine la planta. A veces los sentimientos se bifurcan o los troncha la muerte, como sucedió en este caso." (Revista Siete Días N° 316, 18/6/1973), sin embargo siempre existirá el misterio de cual fue su verdadera relación con el Señor del Tango, el  Gran Carlos Gardel.

Existen documentos muy amorosos de Mona Maris con Carlos Gardel que se prestan a la suspicacia si no al mito de ese amor que nunca ambos lo pregonaron a voz en cuello, ese amor que se aprecia en el telegrama de la empresa Western Uniòn , de Junio de 1954, que adjunto,

 donde la actriz escribe a Gardel muy cariñosamente y expresa claramente esa ausencia que Gardel significaba para ella, de cuanto lo extrañaba y que comunicaba a Gardel de los pormenores de su salud, sobre dicho telegrama y sobre lo que este documento encierra, cada

quién podrá sacar sus propias conclusiones.

Mona Maris Vivió en los Estados Unidos hasta su regreso definitivo a Argentina a principios de la década del 70 donde decidió radicarse desde un primer momento en la ciudad de San Carlos de Bariloche. Unos años despúes regresó finalmente a Buenos Aires donde vivió una larga vejez.

 Mona Maris murió de una complicación pulmonar en Buenos Aires, el 23 de marzo de 1991.

Pero como llega Mona Maris a Tarma?, el dato histórico y las circunstancias de su llegada, nos lo da el escritor peruano Juan Gargurevich, Periodista, Decano de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. También profesor en la Universidad Nacional de San Marcos en la especialidad de Periodismo y su historia.

Gargurevich en un muy interesante artículo publicado en su Blog : “Periodismo, Periodistas, Periódicos…Esto hay que contarlo…”, menciona una historia curiosa y sumamente interesante donde se habla de nuestra ciudad y que él titula “La dramática historia de amor de Mona Maris y el ingeniero holandés”, me parece justo transcribir y compartir con ustedes, parte de esta increíble historia que reza así :

“…El chofer sintonizó mejor la radio y surgió entre los ruidos un tango que entonaba Gardel, el zorzal criollo…

 Recién habíamos iniciado el viaje a Tarma desde La Oroya y ya los pasajeros cabeceábamos, soñolientos, cuando mi vecino de asiento, me golpeó suavemente con el codo y me dijo, bajito nomás, en buen castellano:

 -Ah, qué lindo ese tango… Gardel ¿no?, -y añadió: -¿Sabe? Mi esposa fue novia de Carlos Gardel… y casi se casa con él…

 Eramos varios compañeros de trabajo que ante la imposibilidad de conseguir casa en La Oroya, alquilábamos algo en Tarma, a una hora de viaje, para estar más cerca de la familia. Había un
par de ingenieros más dos periodistas de la oficina de Relaciones Industriales, todos empleados de la Cerro de Pasco Copper Corporation” en aquel naciente 1960. Yo editaba las revistas “El Serrano” y “El Serranito” y estaba, para mi desgracia, en la categoría de “soles payroll”, o sea,

sin derecho al cómodo Hotel Inca (que como se sabe en algún momento era un Hotel exclusivo para la élite de Oroya conformada por ingenieros y altos funcionarios de la empresa Cerro de Pasco Copper Corporation, N.de R.).

 Al escuchar la revelación todos prestamos atención, y uno preguntó:

 -Disculpe la pregunta ingeniero, ¿y cómo se llama su esposa?

 El ingeniero, un holandés cincuentón, de claros ojos azules y con actitud de ingenuidad, sonrió ampliamente y contestó, triunfante, seguro de sorprendernos:

 -¡Mona Maris!

 Mis colegas se miraron, se encogieron de hombros y volvieron a dormitar pero yo, culturoso al

fin, gardeliano, había leído algo sobre sus amores y de la famosa y bella Mona Maris. Y me lancé:

 -Y dígame ingeniero, este…, su esposa, la que está en el hotel en Tarma… ¿es Mona Maris?

 -Claro -me dijo. Y añadió con inmenso amor: -¿No es linda?

 Por supuesto que nos había llamado la atención. Alta, delgada, con porte distinguido, de pelo negrísimo, con aire lejano e inexpresivo, Mona Maris despedía cada mañana a su ingeniero holandés en la puerta del Hotel de Turistas de Tarma (Hoy Hotel Los Portales). A veces vestía pantalones de montar y botas; y siempre hacía un lánguido adiós con un infaltable largo cigarrillo entre los dedos. De hecho ya le decíamos “la misteriosa”.

Ya. Pero ¿qué hacía esa mujer, exageradamente maquillada, casi empastada, una auténtica estrella de cine, de labios y cejas dibujadas con exactitud profesional, en la lejana, andina y friolenta Tarma?

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 ¿Cómo había ido a parar a Tarma, nos preguntábamos, una de las fundadoras del star system de Hollywood, Mona Maris?

Simple: era una historia de amor otoñal, de encuentro de solitarios. Ella tenía cincuenta confesados pero seguro que eran más; él, por ahí. El holandés era ingeniero metalúrgico y la había conocido en Nueva York. Poco después de casarse consiguió un trabajo en el Perú y ella, que conocía Lima, aceptó encantada. Había sido antes agasajada por los pitucos limeños y sabía de su encanto y largueza… Pero esta vez, treinta años después, venía a La Oroya, que era otra cosa.

 Se horrorizó cuando llegó a su destino pues para los que no conocen el lugar les contaré que La Oroya era entonces una sola calle, sucia, encajada a la fuerza en una quebrada estrecha, brumosa, llena de obreros andinos que a ella le parecían torvos y amenazantes. Al final, una enorme factoría con grandes chimeneas y humos constantes que era la razón de ser de La Oroya.

 ¿Qué podía hacer una estrella de cine en medio de tanto ruido, mugre e incultura? (La Oroya de los años 60 por cierto, N.De R.).

Y los norteamericanos que conoció eran un puñado de incultos timberos y borrachitos con mujeres que tejían al crochet y cocinaban; los peruanos simplemente no existían. Es decir, lo más lejano de la civilización que alguien como ella pudiera imaginar. Y entonces por más amor juramentado amenazó con marcharse en el acto.

 Bien aconsejado, nuestro amigo la llevó a Tarma, le enseñó el hotel y la bella aceptó quedarse allí, con las comodidades de servicio que eso significaba (en los sesentas el Hotel de Turistas de Tarma construido por nuestro general Manuel A. Odría, relucía de nuevo y con las mejores comodidades disponibles en aquella época y que persisten hasta la actualidad , N. de R.), pues como comentaba riendo el marido: “Mona no sabe ni dónde se compran las cosas…”.

 En cada viaje se repetía la rutina. Ella, que bautizamos como La Esfinge, hacía adiós a su ingeniero y él, tierno hasta el ridículo, le enviaba besitos volados hasta que la primera curva lo obligaba a sentarse. Comenzaba entonces a contarnos de su mujer.

Nos dijo, por ejemplo, que no sólo había tenido amores con Gardel cuando filmaban “Cuesta Abajo” sino también con Humphrey Bogart y Victor McLaglen, dos rudos del cine; que había besado hasta el pecado en otra película a Fray José Mojica, a quien habían visitado en el convento de San Francisco, en Lima; que era argentina criada en París; que no se llamaba así y que su nombre verdadero era Rosa Emma; que estaba sola en el mundo; y que la amaba

profundamente, que le decía “mi monita” pero que ella, ahí, se aburría y quería irse.

 Todos seguíamos sus monólogos y nos percatamos de que nuestro simpático y locuaz amigo perdía el humor en cada bache de la carretera y lanzaba ayes apagados. ¿Porqué? Padecía de hemorroides, las almorranas lo estaban matando. “Tiene que operarse en el día” le decían los médicos pero él temblaba de miedo.

 “No, no puedo, y además, qué pasaría con mi Monita… se quedaría solita aquí..” -arguía, pidiendo apoyo.

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 Uno de esos lunes fríos y lluviosos, cuando recién amanecía, el holandés aguardaba el ómnibus muy abrazadito de Mona, de su Monita. Pero esta vez había una variante: ella estaba ¡sin maquillaje!

 Era un espectáculo extraño pues no se parecía en nada a la estrella de cine sin patas de gallo que habíamos visto y conocido por semanas. Ojerosa, despeinada, ayudó a su marido a treparse al bus y se dirigió a mí con su raro acento medio argentino medio afrancesado:

 -Por favor señor, amigo, yeveló al Hospital, está muy mal, no hay teléfono en el hotel, no conseguimos un auto, yeveló…

 Los pasajeros nos solidarizamos con el holandés y le prometimos a la Esfinge que lo llevaríamos al hospital de la empresa, Chulec, a la entrada de La Oroya viniendo de Tarma.

 El viaje fue una tortura para el gringo, que tenía una almorrana reventada y sangraba; llegó a manchar al asiento. Estaba pálido y tembloroso cuando por fin llegamos y entramos con carro y todo a Emergencia luego de convencer a los huachimanes de la gravedad del asunto; y ahí lo dejamos.

 No lo vimos nunca mas en la parada tarmeña (Paradero a Tarma ubicado en la Oroya, N.de R.)). ¿Qué pasó?

 Ese mismo día, Mona Maris, harta de la situación que contrastaba con el estilo de vida que alguna vez tuvo, hizo maletas y se marchó a Lima y luego a los Estados Unidos.

 El marido estuvo unos días hospitalizado y cuando volvió a Tarma sólo encontró una breve nota de amor y de adiós.

 Fue un triste final que me contó cuando, casi de milagro, coincidimos en la estación del tren que partía hacia Lima. Llevaba varios bultos y maletas (“la ropa de Monita”) y casi sollozaba al recordar aquellos días felices.

 No pude decirle nada. Sólo atiné a darle un abrazo…

El maestro Gargurevich concluye:

 …Escribiendo esta historia busqué ” Mona Maris” en Internet y encontré muchas referencias al film con Gardel, y una entrevista. Había sido redescubierta por la prensa, en 1986, a raíz del asalto a un Banco. Varios cofres de seguridad fueron abiertos y saqueados y cuando llamaron a los dueños a la delegación policial, una viejita elegante y educada dijo que allí atesoraba obsequios de Carlos Gardel porque ella era Mona Maris, aunque todos en el barrio la conocían como Rosita Capdeville.

 Los periodistas deliraron con su hallazgo y ella contó, habló sobre Gardel y aunque no afirmó nunca categóricamente que había sido su amante, dijo maravillas sobre lo “machazo” del zorzal..

 Monita murió en 1991. Y también encontré una breve biografía en la que, al final, se lee: “Ya retirada del cine viajó a Perú donde se casó con un holandés millonario”.

Claro, no se podía imaginar a una estrella de cine argentina casada con aquel ingeniero pobretón que abandonó en Tarma. Tenía que ser un cinematográfico magnate…”

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A raíz de esta conmovedora pero amena Historia de amor que involucraba a Tarma, decidí acercarme al Hotel los Portales, otrora Hotel de turistas de Tarma, a ver si encontraba alguna pista que corroborara esta historia, siendo recibido gentil y muy gustosamente por su Gerente, el cual me llevó a la habitación más amplia del hotel, una habitación con aires de modernidad pero que aún mantiene su señorío, la habitación 224  habitación donde también nuestro General Odría se alojaba cada vez que venía a Tarma,  también llamada la suite Presidencial, era una habitación muy amplia y cómoda donde suelen alojarse las personas ilustres que llegan a nuestra ciudad y de hecho era la habitación que Mona Maris compartía sus días con su esposo,

 Una cama de dos plazas mullida y blanca guarda un silencio cómplice de los días màs dichosos  del ingeniero Holandés Harry Gendelman y su inigualable pareja Mona Maris,  esta habitación da al exterior por un balcón, donde no es difícil imaginar que más de alguna vez Mona asomaba su bella y grácil figura, que aunque otoñal, guardaba celosamente el portento de la diva  que alguna vez fue. En los pasillos alfombrados se aprecian parte de las comodidades que hicieron que una actriz acostumbrada a los lujos pudieran hacer más placenteros sus nostálgicos días lejos de su Argentina natal y de los recuerdos de la Meca del cine mundial, Hollywood. 

Nos abren paso elegantes puertas señoriales de la época del General Odría, un comedor lleno de mesas torneadas y finas, hermosos cuadros así como ornamentales lámparas colgantes de cristal, estructuras  que pugnan por hablar y contar su versión de la presencia de esta gran estrella del cine que se codeó con los mejores actores de cine de su época y robó el corazón de Carlos Gardel y que vino precisamente a cobijarse bajo el cielo de Tarma en esos años sesenteros.

 Al atravesar el umbral de la puerta principal del Hotel se puede sentir la presencia perfumada de la famosa actriz de cine despidiéndose de su alguna vez amado Ingeniero Holandés, enfundada en su jean vaquero y un cigarrillo en las manos cuyo humo, veleidoso y cambiante como su vida, el viento y el inexorable tiempo se lo llevó ….

 P.D. Mi agradecimiento al Gerente del “Hotel Los Portales” de Tarma Sr. Vicente Rivadeneyra por la gentileza de mostrarme las cómodas instalaciones del Hotel , al Profesor Ernesto Chagua Blanco por el dibujo magistral que ilustra el artículo y al maestro Juan Gargurevich por su apunte histórico y novelesco de la presencia de esta gran actriz en nuestra ciudad...

MONA MARIS (VIDEO)