miércoles, 23 de septiembre de 2015

DANIEL ALCIDES CARRION, TARMA Y EL DIA DE LA MEDICINA PERUANA.


DANIEL ALCIDES CARRION Y TARMA (CRONICA DE UNA INMOLACION)
                                                                     Dr. Moisés Tacuri García
                                           Cirujano del Hospital “Félix Mayorca soto”-Tarma.

 
“AUN NO HE MUERTO, AMIGO MIO, AHORA LES TOCA

 A USTEDES, TERMINAR LA OBRA YA COMENZADA,

 SIGUIENDO EL CAMINO QUE HE TRAZADO”.

 
Daniel A. Carrión (cuando sentía desfallecer víctima de la verruga peruana)

 

Dia 5 de octubre de 1885, 11:30 pm, los ojos de un estudiante de medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se cierran por siempre a la par de la ausencia de sus signos vitales, había muerto luego de una penosa enfermedad conocida en ese entonces como “Fiebre de la Oroya”, hay mucho dolor y consternación entre sus colegas estudiantes, presentes en la habitación de la Clínica Maisón de Santé y el llanto inconsolable del hermano menor del difunto son el marco de una de las más grandes páginas de la Historia de la Medicina Peruana, pues este no era un deceso cualquiera, era una muerte que aportaría tremendamente al conocimiento del misterio de una enfermedad que en ese entonces asolaba a los obreros que trabajaban en la construcción de las rieles de Lima a Oroya, era una muerte insigne, era una inmolación por las Ciencias Médicas…

Daniel Alcides Carrión García, nombre del fenecido estudiante de Medicina, fallecido cuando contaba con 28 años de edad, fue un personaje que con el tiempo llegó a convertirse en el paradigma del médico peruano a raíz de su muerte, que no fue vana, pues la historia se encargó que a partir de entonces se considere al 5 de octubre como día de la medicina Peruana.

Daniel A. Carrión nació en Cerro de Pasco el 13 de Agosto de 1857 en el distrito de Chaupimarca, hijo del médico y también abogado Ecuatoriano Dn. Baltazar Carrión, nacido en Loja, el cual buscó asilo político en el Perú luego de un fracasado intento de tomar el poder de parte de su abuelo paterno el general Juan José Flores. Al llegar Dn. Baltazar Carrión a Pasco conoce a Doña Dolores García Navarro ciudadana pasqueña ( y que según otros autores sería Huancaína ).
 
 En los tempranos años de Daniel A. Carrión (ocho años) quedó huérfano por la muerte accidental de su padre, Pocos años después de fallecer su padre, la madre de Carrión Dña. Dolores García contrae nupcias con el primo de su padre, Dn. Alejandro Valdiviezo el cual suplió la figura paterna de Carrión y le dió dos hermanos Teodoro y Mario (En la foto debajo se aprecia de Izquierda a derecha a Carrión, su padre político Dn. Alejo Valdiviezo y sus hermanos Teodoro y Mario).

 

 
No se conoce mucho de sus años de infancia, excepto algunos apuntes de  su primo hermano Dn. Alberto Ungaro Navarro (quién escribió el Libro “Biografía Juvenil de Carrión”, 1944) donde cuenta que una vez el pequeño Carrión despertó sobresaltado de una pesadilla que tuvo y le contó a su madre la cual refería : “sueña que está estudiando en unos salones inmensos en otra ciudad que no es Cerro de Pasco, ve en esos palacios, viejos barbudos, canosos que le enseñaban a leer y estudiar aquellos libros como los que tenía su papá Baltazar y que esos señores eran todos doctores, armados con  sus grandes cuchillos y sus mandiles blancos, cual carniceros, desollando hombres sobre unas mesas, ve unos jardines en penumbra ; ve en otro lugar del local, varios cadáveres desnudos sobre otras mesas … y asustado despierta al amanecer del día , más triste aún de lo que era su carácter y llorando cuenta a su mamá Dolores aquella pesadilla que había tenido por pensar en los estudios y por saber las cosas ignoradas por él”… ( Todo ello en parte era cierto si recordamos que aquellas épocas la cirugía se realizaba sin mayor asepsia o cuidados de contaminar al paciente, con mandiles blancos y se anestesiaba con un algodón empapado con éter, de igual modo habla de la triste soledad de los cadáveres en las mesas de la morgue o en los anfiteatros donde se imparte la enseñanza de la Anatomía Humana, N. de R.).

Fue un alumno sobresaliente, inteligente y muy hábil en sus años estudiantiles según refieren sus biógrafos, y al revisar la bibliografía existente me topé con un hecho que corroboraba lo que siempre había escuchado y que relaciona al Martir de la medicina peruana con nuestra Provincia, este texto se encuentra en el libro del Dr. Luis Deza Bringas en su obra “Daniel Alcides Carrión” lo que transcribo para compartirlo con usted amable lector : … “ No hay documentos sobre la educación elemental o primaria de Carrión, pero se supone que debió parcialmente realizar tales estudios en la única Escuela Municipal existente en su tiempo en Cerro de Pasco y terminarlos en el Colegio Nacional de la ciudad de Tarma que desde 1860 funcionaba con el nombre de “San Ramón”

Por otro lado José Peñaloza Jarrín y Ciro Maguiña Vargas en su libro : “Daniel A. Carrión, Biografía, la enfermedad de Carrión y otras Bartonellas” refieren : “… Con respecto a sus estudios primarios, éstos los realizó hasta el 5° año en la única Escuela Municipal existente en su ciudad natal y el 6° año en el Colegio San Ramón de Tarma…”.

 
 Al tener estos datos, en vano he intentado que los docentes o funcionarios del “Colegio San Ramón” pudieran proporcionarme algún certificado de estudios de tan insigne personaje, pero lamentablemente todo parece indicar que se han perdido en el tiempo, quedando sí estos datos que su primo hermano de Carrión, Dn.Alberto Ungaro refiere  en su libro publicado en 1944, a raíz de la información  que su madre Guillermina (hermana de la madre de Carrión) le confiara a Ungaro producto de las conversaciones con Doña Dolores García, madre ejemplar y  sufrida que quería lo mejor para Daniel A. Carrión, pese a tantas dificultades.

Y efectivamente una de las razones por las que la madre de Carrión trajo a su vástago a estudiar a Tarma en el emblemático “San Ramón” fue por la calidad y fama que este Colegio ya tenía desde aquel entonces, recordemos que un 14 de Julio de 1857 (El mismo año en que nacía Carrión), el R.P. Eusebio de Bedoya (Argentina) fundaba el Colegio “San Ramón” con el nombre de “Colegio del Orden”o “Colegio de Ciencias y Artes”, iniciando una verdadera revolución educativa en Tarma y el Perú entero, funcionando originalmente en un local cedido por la Municipalidad de ese entonces que quedaba en una casona en la Plaza de Armas donde ahora funciona el local Municipal (En la foto adjunta se aprecia el emblemático Colegio cuando funcionaba en la Plaza de Armas de nuestra localidad).
 
(Antiguo y primer local del Colegio San Ramón que funcionaba en el Parque de la ciudad de Tarma, donde actualmentes es la Municipalidad, al fondo el camino a Mantarana)
                                                    
(El Primer y antiguo Local Sanramonino, antigua propiedad de la familia Arrieta. Donde estudió Daniel Alcides Carrión (Foto Cortesía de Victor Puente Caro)
(Segundo Local del Glorioso Colegio San Ramón de Tarma, conseguida por gestión conjunta del Concejo Provincial de Tarma , ex alumnos y de la dirección del Plantel en ese entonces don Alberto Rivera y de Pierola 1939. (Información cortesía de Víctor Puente Caro).
(Actual Local del Colegio San Ramón de Tarma, construido por el General Manuel A. Odría, cuna de grandes hombres de Tarma, Del Perú y del Mundo.)

En Agosto de 1859 el Gobierno  mediante un decreto supremo otorga subvención económica al Colegio, cambiando asimismo el nombre por el de “Colegio Particular San Ramón”, Posteriormente El Mariscal Ramón Castilla mediante el Decreto Supremo del 17 de Setiembre de 1862 resolvió llamarlo COLEGIO NACIONAL “SAN RAMÓN”, tuvo muchas dificultades económicas sin embargo la calidad de su enseñanza y de su plana docente de ese entonces fue ganándole tanto prestigio a nivel nacional lo que explicaría porque razón Doña Dolores García (Madre de Carrión) trae a su hijo a estudiar a nuestra ciudad, donde como dice la bibliografía, culminó sus estudios Primarios, Daniel Alcides Carrión anduvo algunos años por motivos de estudio, en suelo tarmeño dando posteriormente Gloria a nuestro Colegio Emblemático de Tarma.
Completó sus estudios secundarios en el Colegio” Nuestra Señora de Guadalupe” de Lima otro insigne Colegio, al culminar sus estudios básicos, postula a la Universidad San Marcos, donde luego de rigurosos exámenes generales y personales en varias materias accede a sus estudios básicos de medicina en la Sección de “Ciencias Naturales”, que era el área a donde pertenecían las Ciencias Médicas de aquel entonces, y se llevaban en sus primeros años cursos generales (Cálculo, geometría, física, mecánica, cosmografía, química elemental, historia natural, geología psicología, lógica, moral y latín), una vez aprobado estos se matricula en la Facultad de medicina donde accede un cinco de Abril de 1879, , día infausto para el país, pues ese día Chile declaraba la Guerra al Perú. Lo que implica que parte de su formación académica lo tuvo en los aciagos días de la Guerra y ocupación Chilena en la ciudad de Lima, lo que no arredró a Carrión para proseguir sus estudios universitarios. El programa de estudios médicos en ese entonces duraba siete años, sin considerar los años de estudios generales o de Ciencias Naturales. Desde el primer año de estudios médicos ya tenían la obligación de hacer prácticas hospitalarias dotándolo de una temprana motivación médica y la responsabilidad de asistir a los hospitales.

La guerra apremiaba  es justo referir que el mismo día de la declaratoria de guerra fue que los profesores y alumnos de la Facultad de Medicina acordaron ceder sus haberes por todo el tiempo que durara la guerra, creando las llamadas “Ambulancias del Ejército”, en esos días el mismo Ministro de Educación Don Marian Paz Soldán, pedía al rector de San Marcos que los alumnos sanmarquinos de todas la carreras formen un cuerpo Militarizado lo cual fue aceptado por los estudiantes formando la llamada “Columna Universitaria”, conformada por cuatro compañías. La columna Fernandina de los estudiantes de medicina donde figuraba Carrión se llamó “INDEPENDENCIA”, La Columna de Carrión se puso al mando del Coronel Juan Elcolobarrutia, aparte de ello dada la profunda crisis económica  que vivía el país asolado por la Guerra no solo enrolarse era suficiente y los estudiantes tenían que aportar con algo para la causa de defensa, Carrión se desprendió generosamente de un mango de oro del bastón de su padre y diez soles de plata. Cuando llegaron los chilenos a Lima se dieron sendas batallas antes de la ocupación Chilena, la Batalla de San Juan y la de Miraflores donde Carrión como estudiante prestó servicios en las ambulancias civiles y en los llamados “Hospitales de Sangre”, instalados en Lima para atender a los heridos.

Luego de la estrepitosa derrota peruana y durante los años de ocupación chilena (los que permanecieron desde el 17 de enero de 1881 hasta octubre de 1883) se reiniciaron las clases en la Facultad de medicina continuando Carrión con sus estudios Universitarios.

Daniel Alcides Carrión fue un dedicado y buen estudiante, amaba como a nadie su carrera, y como quiera que ya practicaba en los hospitales hubo un caso que marcó su existencia al tomar conciencia de una enfermedad que aniquilaba a un sinnúmero de pacientes que llegaban a Lima desde Cochacaya, Santa Eulalia y las quebradas de Huarochirí, afectados por una enfermedad que producía verrugas sangrantes, fiebre deterioro progresivo del estado general hasta llevarlos, en una buena parte de casos, a la muerte. Esta enfermedad era llamada en ese tiempo como verruga de sangre, verruga andícola, verruga de Castilla, verruga de sapo, verruga de quínua y verruga mular, de la que poco se conocía a su etiología o causante de la enfermedad, menos su tratamiento específico y sobre todo de las formas clínicas de esta letal enfermedad.

Cuando se instaló la Academia Libre de Medicina el 29 de Julio de 1885, el Dr. Manuel Odriozola presidente de la institución  manifestó en su discurso de orden, la convocatoria de un Concurso sobre la Verruga Peruana, Carrión que estaba presente en dicha reunión tuvo una gran alegría porque además Carrión ya venía estudiando desde 1881 esta enfermedad, que ya entonces era todo un problema de salud pública aunado a su gran mortalidad, esta era una gran oportunidad para aportar con sus conocimientos al manejo y conocimiento de esta enfermedad.

Lo que desvelaba los sueños a Carrión era demostrar que la fiebre de la oroya y la Verruga Peruana eran parte o etapas de la misma enfermedad y en ello basaría su trabajo a presentar al Concurso, por lo tanto rondó en su mente demostrar ello, pero como no era común en ese entonces practicar con animales tomó la decisión de experimentar en sí mismo, tomando una arriesgada y muy peligrosa decisión, que incluso su madre nunca lo supo hasta después del fatal desenlace, Carrión escribe en los ambientes del Hospital :

“…El 27 de Agosto de 1885, a las 10 a.m. obtuve (no sin dificultad) de mi amigo, el Dr. Evaristo Chavez que me practicara cuatro inoculaciones, dos en cada brazo, cerca del sitio en donde se hace la vacunación. Dichas inoculaciones se hicieron con la sangre inmediatamente extraída por rasgadura de un tumor verrucoso de color rojo, situado en la región superciliar derecha del enfermo Carmen Paredes. A los 20 minutos comenzaron a manifestarse algunos síntomas locales , tales como una comezón bastante notable, seguida después de dolores pasajeros que desaparecieron a las 2 horas siguientes. No ha habido síntomas de inflamación, todo ha desaparecido sin dejar vestigio alguno…”

No sintió nada en los días ulteriores luego de su inoculación hasta el 17 de setiembre de 1885 (día 21 luego de este procedimiento), donde empieza a presentar dolores articulares, decaimiento y postración aunado a fiebre alta, todo lo cual escribe al detalle el joven estudiante.

En los días siguientes empeora el estado general, continúa la fiebre hay una marcada laxitud y falta total de apetito,  dolores musculares generalizados y empezando a notar pequeñas manchas rojizas en la piel  que él lo describe como “picaduras de pulga”.

El 26 de setiembre siente un marcado decaimiento y fatiga muscular lo que le obliga a escribir : “… A partir de hoy día me observarán mis compañeros, pues por mi parte confieso, me sería imposible hacerlo…”

El día 28 escriben sus compañeros los que lo vigilaban y atendían con los pocos recursos farmacológicos que en ese entonces se disponían : “…Se han alarmado, dijo, demasiado por mi enfermedad; los síntomas que siento no pueden ser otros que los de la invasión de la verruga, a la que muy en breve seguirá el período de erupción, y todo desaparecerá. Sin embargo de esta aparente tranquilidad, bien se conocía que no dejaba comprender la gravedad de su estado…”

Los días que siguen hay cada vez mayor decaimiento, insomnio, fiebre leve, una falta total de apetito, vómitos biliosos, deposiciones líquidas que empeoran su situación y ya no puede ni levantarse de la cama.

El 03 de octubre sus compañeros reportan : Temperatura 36.7°C, agravación considerable de todos los síntomas que marchan acentuándose de la manera más rápida, lo evalúa el Dr. Flores quién indica sea trasladado a la Clínica Maisón de Santé, lo que no fue del agrado de Carrión (puesto que hasta el momento se encontraba en su domicilio en casa de su madrina).

El 04 de Octubre, el propio Carrión expresa su deseo de ser trasladado al Hospital Francés para que le hagan una transfusión de sangre (por la marcada anemia que tenía), a las 11 a.m. de ese día 4 se dirige a su compañero Izaguirre y le dice estas solemnes palabras : “AUN NO HE MUERTO, AMIGO MIO, AHORA LES TOCA A USTEDES, TERMINAR LA OBRA YA COMENZADA, SIGUIENDO EL CAMINO QUE HE TRAZADO”.

Hay una junta médica para decidir la transfusión al paciente Carrión, junta conformada por el Dr. Villar, Romero, Flores y Chavez la cual inexplicablemente decide aplazar la transfusión, hecho que contraria a Daniel A. Carrión, el estado del paciente se agrava aún más.

Jueves 05 de Octubre: Carrión se encuentra en muy mal estado, deshidratado, muy pálido ,adelgazado, empieza a desvariar, emite palabras ininteligibles, entra en profundo sopor interrumpido en rato por quejidos, sin embargo a las 11 y 20 p.m. emite sus últimas palabras en correcto Francés dirigido a su amigo : “Enrique, C´est fini” (Enrique, es el fin), pocos minutos después (11 y 30 p.m.) Daniel Alcides Carrión García partía hacia la eternidad, cuando aún cursaba el 6° año de medicina.

Posteriormente a su deceso hubo todo un escándalo acerca de como había podido suceder esta esta muerte y sobre como se pudo provocar esta enfermedad por voluntad propia de Carrión, en un inicio se culpó al médico Dr. Evaristo Chavez, recriminándosele porque había accedido a inocular a Carrión, sabiendo de los peligros que ello acarrearía, alrededor de ello se tejió toda una historia legal, de la que al final fue exculpado, una de las razones fue que se vivía una época de la medicina en que las inoculaciones se hacían para conocer in corpore (en el mismo cuerpo de los científicos) las manifestaciones de las enfermedades. Antes y después de Carrión muchos investigadores médicos recurrieron a las inoculaciones como medio supremo de hacer algún descubrimiento notable. El doctor Villar citó una larga lista de inoculaciones famosas en su carta explicativa de la experiencia de Carrión a la muerte de éste. De estos, menciona el del médico Caré que, seis meses antes, se había inyectado sangre de un paciente con osteomielitis y fue aclamado en el Congreso Francés de Cirugía. El caso más notable posterior a Carrión fue el de Jesse Williams Lazear, médico de Baltimore (EEUU) y miembro del equipo del doctor Walter Reed, que se dejó inocular por los mosquitos en su afán de conocer la transmisión de la fiebre amarilla y murió por esta enfermedad a la edad de 34 años en La Habana en 1900. Lazear es considerado mártir de la medicina norteamericana..

Pese a todo lo que se diga la muerte de Daniel A. Carrión demostró fehacientemente que la Fiebre de la oroya y la Verruga Peruana eran parte de la misma enfermedad, demostró también que se obtenía por inoculación de elementos infecciosos, no precisados en aquel entonces.

Posteriormente en 1909, el médico Argentino (pero Peruano de Corazón) Alberto Barton cuando ya llegaba la era de la microbiología a nuestro país, descubre al agente causal de la Enfermedad de Carrión, se trataba de una bacteria alargada (bacilo) a la que se le llamó en honor a su descubridor la Bartonella Baciliformis.

 Asimismo en 1913 Charles Townsend (EEUU) demuestra que la Bartonella se inoculaba ,efectivamente, por la picadura de un mosquito conocido desde tiempos inmemoriales como Titira, perteneciente al Género Lutzomia cuyo nombre científico es Phelobotomus verrucarum, y este insecto habitaba en las zonas de la vertiente occidental de los Andes tales como Huarochirí y zonas aledañas, que eran los sitios por donde se estaba construyendo las rieles del Ferrocarril Central rumbo a Oroya, todo lo cual explicaba ahora con más claridad sobre la Epidemiología, Etiología y Cuadro Clínico de esta enfermedad que tenía un 20% de mortalidad en esa época donde los antibióticos aún no existían, ahora se sabe que hay muchos medicamentos para tratar eficazmente esta enfermedad (Quinolonas, cloranfenicol, macrólidos, etc.).

Mucho se podrá decir de la actitud de Carrión, acaso algunos (que nunca han de faltar) denigren su muerte provocada, pero lo que sí queda claro es que su muerte no fue en vano, contribuyó notablemente al conocimiento de esa enfermedad que a partir de entonces se le conoce como Enfermedad de Carrión, o Bartonellosis.

 El móvil que llevó a Carrión a realizar su experiencia fue el deseo de conocer el pródromo (Incubación o fase previa) de la enfermedad de verrugas para oponerle tratamiento adecuado y evitar el error diagnóstico. Este concepto es esencial para entender su proceder pero ha sido tergiversado en el tiempo. Este móvil fue confirmado por los testigos presenciales Julián Arce y Leonardo Villar, así lo dijo el mismo Carrión y así fue transcrito por Casimiro Medina y los otros cinco compañeros que lo asistieron en la obra que publicaron en el año siguiente, y así fue publicado por El Comercio cuando ocurrió el fatal desenlace.

Como dice el Dr. Peñaloza Jarrín : “La obra de Carrión es admirable no solamente desde el punto de vista científico; sino también, desde el punto de vista ético, por la actitud de arriesgar la propia existencia en aras de un ideal científico en beneficio de la humanidad doliente. Ello refleja un elevado valor moral.

El suelo de Tarma tuvo el honor de acoger los pasos del notable estudiante y los claustros de  nuestro Colegio “San Ramón” fueron los mudos testigos del desempeño estudiantil de Daniel Alcides Carrión, Tarma entera se siente orgullosa de haber cobijado alguna vez a un grande de la Medicina Mundial.


 
¡¡¡GLORIA A DANIEL ALCIDES CARRIÓN, NUESTRO MARTIR DE LA MEDICINA PERUANA!!!

¡¡¡FELIZ 05 DE OCTUBRE, DIA DE LA MEDICINA PERUANA!!!.

 

BIBLIOGRAFIA:

1)      Peñaloza Jarrín, José/Maguiña Vargas Ciro. “DANIEL A. CARRION, Biografía, La Enfermedad de Carrión y otras Bartonellosis”, Perú 2011.

2)      Deza Bringas, Luis :  “DANIEL A. CARRION”,  Editorial Brasa S.A. Perú, 1994.

3)      “Torres Vitolas, José : DANIEL A. CARRION”, Ediciones EL Comercio, 2003.

 

 

 

 

 

 





 

1 comentario:

  1. Estimado Moises, veo tu interés en este tema y me alegro. Y lleno de curiosidad quisiera hacerte una pregunta y es acerca de la casa que esta junto al primer colegio en la plaza de armas. Es una casa con balcón de arcos como un balcón cerrado, justo al lado del local del primer colegio. ¿Tiene información de esa edificación?

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