sábado, 21 de febrero de 2015

JOSE GALVEZ MORENO, EL HEROE OLVIDADO DE TARMA.


JOSE GALVEZ MORENO, EL HEROE OLVIDADO DE TARMA

(En el dìa de su Natalicio, 18 de Febrero de 1850)

Dr. Moisès Tacuri Garcìa

 

“El patriotismo es la cuna del sacrificio.
 Por esta sola razón no se dan las gracias
 cuando uno cumple con su deber”.

Lajos Kossuth (1802-1894) Político y patriota húngaro.

 
Hablar de Josè Miguel Galvez Moreno, es hablar de patriotismo puro, es hablar de linaje de patriotas, es hablar de amor al Perù, es hablar de aquella Tarma de arboledas, es hablar de ese paradigma que tanta falta nos hace actualmente como ciudadanos tarmeños, pero asimismo hablar de Josè Miguel Galvez Moreno es hablar de una inmensa ingratitud hacia este gran personaje como hijos de Tarma que somos, es hablar de aquella omisiòn que progresivamente va cubriéndose de olvido injusto y creciente que las nuevas generaciones, acaso por culpa nuestra, prodigan a este gran hombre de oro de Tarma.

Quiero en un intento primario rescatar de los anaqueles de la historia empolvada por el tiempo a este ilustre personaje al cual Tarma le debe brindar un justo reconocimiento que desde hace décadas verdaderamente se lo merece.

La historia de su egregia vida empieza en la ciudad de Tarma, un 17 de Febrero de 1850, cuando Josè Galvez Moreno abre los ojos en el lìmpido cielo azul tarmeño, hijo de José Gálvez Egúsquiza (político y héroe del combate del Dos de Mayo del Callao) y de la matrona tarmeña Ángela Moreno y Maíz. Siendo esta bella dama la razón por la que su padre, Cajamarquino de nacimiento, se afincara en nuestra ciudad.

Sus estudios escolares los realizò en el Colegio Guadalupe en la ciudad de Lima toda vez que por el cargo y profesión de su padre ameritaba estar en la capital, ingresó a la Escuela Naval y se recibió de guardiamarina en 1865. Presto servicio en la fragata América y luego en la fragata Apurímac, a bordo de la cual luchó en el combate de Abtao, siendo promovido a alférez de fragata en abril de 1866.

Después del combate del 2 de mayo de 1866, asistió al reconocimiento de los restos de su padre, logrando identificarlos. Poco después dejó el servicio y pasó a estudiar en el extranjero. Se reincorporó en octubre de 1870 y completó sus estudios en la Escuela Naval. En junio de 1871 pasó a servir en la corbeta Unión. En octubre de 1872 viajó a Inglaterra como miembro de la comisión encargada de supervisar la construcción de las cañoneras Chanchamayo y Pilcomayo.

Debido a la crisis que atravesaba por entonces la marina peruana, Gálvez ofreció sus servicios a la Armada Británica y fue aceptado. Intervino en numerosas acciones bélicas, en las que se distinguió. Pero solicitó su baja al iniciarse la Guerra del Pacífico y volvió al Perú, reincorporándose a la marina peruana. Formó parte de la dotación del monitor Atahualpa en la que tuvo destacada actuación en la defensa del puerto del Callao.

Cuando el presidente Mariano Ignacio Prado viajó a bordo del Paita en diciembre de 1879 con rumbo a Estados Unidos y Europa, para gestionar la remisión de armamentos, José Gálvez Moreno lo acompañó, conjuntamente con Jorge Tezanos Pinto y Celso Zuleta, pero al llegar a Nueva York se enteraron que el presidente había sido depuesto por la revolución de Nicolás de Piérola. Gálvez permaneció dos meses en Estados Unidos en comisión de servicio, y al retornar al Perú se embarcó nuevamente en el monitor Atahualpa, por disposición superior del 14 de marzo de 1880, a órdenes del comandante Juan José Raygada.

Su acción màs heroica ante los enemigos del Sur fue en el Combate del 25 de mayo de 1880 entre la torpedera chilena “Janequeo” y la lancha peruana “Independencia”, esta última comandada por José Gálvez.

Al aparecer la escuadra chilena en el Callao, desde el 10 de abril de 1880, el puerto quedó bloqueado, la plaza cortada en sus comunicaciones por la vía marítima, y sometida esta parte del litoral a la vigilancia enemiga. Al iniciarse los bombardeos el 22 de abril, José Gálvez participó activamente en la defensa. En la noche del 24 de mayo, fue destinado al servicio de ronda en la rada del Callao, a bordo de la lancha Independencia. Después de tres horas de patrullaje, cuando regresaba a su base, a las dos de la madrugada del día 25, trabó combate con las lanchas chilenas “Guacolda” y “Janequeo”. En estas circunstancias, el cañón de la Independencia se descompuso y la ametralladora se averió. La Independencia llevaba un torpedo de 100 libras de pólvora. En un instante el practicante de medicina Manuel S. Ugarte (Segundo al mando) aprovechando la agilidad y fortaleza que el deporte le había dado (toda vez que era un gran nadador), cargó y lanzó el artefacto a la cubierta de la embarcación enemiga no sin antes haberlo encendido tras cortar la mecha con la ayuda del cabo Emilio San Martín; luego Gálvez de acuerdo a lo simultáneamente convenido hizo fuego sobre el torpedo, consiguiendo que estallara al segundo disparo. Como resultado, la “Janequeo” se hundió y la “Independencia” de Galvez y sus hombres zozobró. Ugarte y San Martín (más próximos al estallido) murieron en el acto, mientras que a Gálvez la explosión le alcanzó en el aire y lo empujó al mar, siendo rescatado por el marinero Pedro Villanueva, que lo mantuvo a flote. Poco después llegó la otra embarcación chilena, la “Guacolda”, que recogió a los sobrevivientes.

la tripulación de la lancha “Independencia” el día del combate era: guardiamarina Emilio San Martín, practicante de medicina Manuel Ugarte, 9 tripulantes del monitor Atahualpa (Ramón Caso, Mayordomo de 2° Cámara; John Mc Donald, Cabo de Mar, norteamericano; Andrés Gouden, Timonel de combate, francés; y los marineros Eleuterio Medina, Maximiliano Mondragón, Pablo Villanueva, Francisco Villalva, Felipe Castillo y Eduardo Rivera) y 4 tripulantes del transporte Rímac (Pedro Falcón, 4° Ingeniero; José A. Grandall, Ayudante de Máquina, y los fogoneros Diego Martínez y Sebastián Heredia).

 La torpedera Guacolda recogió a siete náufragos peruanos, que fueron Josè Gálvez, Medina, Mondragón, Villanueva, Falcón, Grandall y Martínez, que fueron tomados prisioneros. Fueron rescatados por los buques neutrales Rivera, Castillo, Mc Donald, Caso, Villalva y Herrera, los últimos 3, heridos. Murieron Emilio San Martín, Manuel Ugarte y Andrés Gouden.

Cuenta el propio Josè Galvez Moreno , sobre este acto heroico, en un reporte dado Al señor Capitán de navìo, Mayor de órdenes del departamento: 

“Lima, Mayo 29 de 1880.

Señor Capitán:

Cumplo con el deber de poner en conocimiento de V. S. lo ocurrido en la noche del 24 del presente mes, mientras desempeñaba la comisión que se me confió por la mayoría, poniendo a mis órdenes la lancha a vapor Independencia.

A las 11 P. M. tomé el mando de la lancha, teniendo bajo mis órdenes al guardiamarina San Martín y 13 hombres más, entre maquinistas, timonel y gente de mar, habiéndose embarcado también el practicante de medicina don Manuel Ugarte, que había obtenido permiso para acompañarme en esa expedición.

Desde las 11 P. M. hasta las 2 A. M. nada ocurrió de extraordinario, y estando a esa hora cumplido el encargo que había recibido, me disponía a regresar, cuando noté que una lancha chilena se dirigía del cabezo de la isla al lugar donde se hallaban los buques neutrales. Como era de mi obligación, avancé sobre esa lancha y disparé sobre ella por cuatro veces el cañón que llevaba. Desgraciadamente los cáncamos faltaron y el cañón quedó inutilizado, para nuevos disparos.

La lancha chilena, de mucho mayor andar que la nuestra, se puso fuera de nuestro alcance y ordené entonces la retirada. Algunos momentos después divisé que la lancha que había perseguido, acompañada de otra de mayor porte y de dos chimeneas, se dirigían contra la mía, cortándole la retirada. El mayor andar de esas lanchas les permitió realizar su propósito y en pocos momentos las tuve al alcance de tiro de fusil. En el acto ordené hacer fuego con la ametralladora de mi embarcación y con los fusiles que llevaba; mas, por una nueva fatalidad, la ametralladora se descompuso y me encontré sin medios de ataque contra un enemigo más fuerte, y que se aproximaba con gran rapidez.

Con la lancha llevaba un torpedo del peso de 100 libras de pólvora común, y sin perdida de tiempo y ayudado por el señor Ugarte prendí la mecha aplicándole la luz de la lámpara, y mantuve en peso el torpedo hasta que la proa de la más grande de las lanchas chilenas tocó con la popa de la nuestra. El señor Ugarte y yo lanzamos el torpedo sobre la cubierta de la lancha enemiga, y como se me ocurriese que la mecha de 5 minutos podía dar tiempo para que la cortasen o para que arrojasen al agua el torpedo y quedase sin resultado mi proyecto de hacer volar esa embarcación, hice fuego sobre el torpedo con el arma que tenía, consiguiendo que estallase al segundo disparo.

El señor Ugarte y yo fuimos lanzados con la explosión al fondo de nuestra lancha, y aunque yo quedé aturdido con el golpe, sentí que los enemigos nos hacían fuego con sus ametralladoras. A los pocos minutos el agua inundaba los fondos de la Independencia, y comprendiendo yo que zozobraba intenté desembarazarme del capote y ropa de abrigo que llevaba; el marinero Pablo Villanueva que solo había sufrido una ligera contusión, me ayudó a desembarazarme de esas prendas, pues a mí me habría sido imposible hacerlo. La Independencia se sumergió arrastrándonos consigo; mas, por fortuna mía, luego que tocó fondo pude con grandes esfuerzos llegar a la superficie, de donde fui tomado pocos momentos después por un bote chileno.

Con la cara y las manos quemadas por la explosión del torpedo, ciego y casi sordo en los primeros momentos y muy estropeado con la caída, apenas podía darme cuenta de lo que pasaba. Llevado al Blanco Encalada, fui trasladado esa misma mañana al Kielder Castle, habiendo recibido en ambos buques los auxilios que mi estado requería.

Entre los mismos chilenos que me dirigieron la palabra se encontraba el teniente señor Señoret, quien me dio la noticia de que la lancha que él mandaba se había ido a pique junto con la mía; pero que más afortunado que yo, solo tenía una ligera herida en el brazo.

No puedo dar razón segura de los daños causados al enemigo, pero por nuestra parte tengo la triste certidumbre de que hemos perdido al intrépido señor Ugarte, guardiamarina señor San Martín y algún otro más, pues en el fondo de la Independencia hábil tres cuerpos que sentí junto a mí al zozobrar la embarcación y que no habrán podido salir.

Deber mío es, señor mayor de órdenes, recomendar al Supremo Gobierno por el digno órgano de V. S., el buen comportamiento de los tripulantes de la Independencia, pues todos ellos cumplieron con valor su obligación, distinguiéndose el practicante señor Ugarte, que no vaciló en sacrificarse ayudándome a arrojar el torpedo que destruyó la lancha chilena y la nuestra, antes que ésta fuera presa o destruida por los enemigos.

También debo recomendar al marinero Pablo Villanueva, pues en momentos de zozobrar la Independencia, arrostrando los fuegos enemigos que se hacían sobre nuestras cabezas, porque las lanchas chilenas, mucho más altas que la nuestra, nos dominaban por completo, ofreció sacrificarse conmigo y contribuyó a salvarme la vida.

V. S. se servirá elevar este parte al conocimiento del Supremo Gobierno, quedándome la satisfacción de haber hecho por mí parte cuanto he podido para cumplir mis deberes de marino y de ciudadano.

Dios guarde a V, S.

No pudiendo firmar por tener heridas las manos; lo hace a mi ruego mi hermano don Justiniano A. Gálvez.

Por José Gálvez, teniente 2º de la dotación del Atahualpa,

JUSTINIANO A. GALVEZ,

Al señor Capitán de navío, Mayor de órdenes del departamento.”

Gálvez gravemente herido fue llevado a la cubierta del acorazado “Blanco Encalada”. Tenía el rostro y las manos quemadas, sin cabellos, la nariz y la clavícula rotas, y un fierro atravesado en el brazo. También sufría de ceguera temporal. Al saberse que se trataba del hijo del héroe del 2 de mayo Josè Galvez Egusquiza, los chilenos, recordando que alguna vez pelearon Chile y Perù juntos ante una escuadra Española, no quisieron que muriera a bordo del buque insignia de la armada chilena, y lo devolvieron al Callao, canjeándolo por un prisionero chileno.

Refiere textualmente la crònica Chilena hecha por Galvarino Riveros al Señor Ministro de Marina de Chile, lo siguiente  :  “… La postración en que se halla el oficial herido (Se referìa a Josè Galvez Moreno) , con la cabeza abrazada, roto un brazo y talvez dañado interiormente a causa de la explosión del torpedo, no permitía exponerlo a las molestias de un viaje; y he creído preferible, obedeciendo a un sentimiento de humanidad, el ponerlo a disposición de la autoridad de esta plaza. He indicado, sí, la condición de que ese oficial sea canjeable durante esta guerra si se presenta el caso de poder efectuarse ese canje…”

Dicho canje se efectuó sin mayores inconvenientes  . Al traérsele a Galvez al Callao oyó voces amigas (pues no veía) y preguntó:

¿Dónde estoy?

El guardiamarina Carreño le respondió:

“Con peruanos mi teniente”

“Gracias a Dios que puedo hablar”

 

Por esta acción, José Gálvez se transformó en un héroe viviente. Por Resolución Legislativa del 25 de octubre de 1891, se le dio a José Gálvez una pensión vitalicia de S/. 200 mensuales, a los herederos del practicante de medicina Manuel Ugarte una pensión de S/. 100 mensuales y a Martina Peña, madre del guardiamarina Emilio San Martín, una pensión vitalicia de S/. 50 mensuales

Gálvez se recuperó tras largo y cuidadoso tratamiento y por Decreto Supremo del 28 de mayo de 1880, suscrito por Nicolás de Piérola, se le otorgó la Cruz de Acero de segunda clase. Siguió luchando contra el invasor junto al general Andrés Avelino Cáceres en la Campaña de la Breña, formando parte de la famosa “ayudantina” o grupo de jóvenes oficiales que oficiaban de ayudantes del “Brujo de los Andes”. En 1882 fue ascendido a capitán de corbeta.
(Ayudantina del General Andrès Avelino Càceres, donde se aprecia a Josè Galvez Moreno, señalado por la flecha, esta ayudantina estaba conformada por patriotas y era el grupo que decidìa de la mano de Càceres las acciones militares a tomar durante la Resistencia de la Breña)

Finalizada la guerra, Gálvez continuó actuando en la Marina de Guerra del Perú, alcanzando la clase de capitán de fragata en 1885.

Sin embargo no todo acabò con el “Tratado de Ancòn”, firmado por el diplomático peruano José Antonio de Lavalle, y su similar chileno, el embajador Jovino Novoa, ante la anuencia del General peruano Miguel Iglesias y que puso fin, aparentemente, al conflicto con los chilenos.

Andrès Avelino Càceres,  nunca estuvo de acuerdo con la Decisiòn de Miguel Iglesias por lo que habrìa que entrar a una etapa de lucha fratricida entre peruanos, pero lamentablemente necesaria en esas circunstancias, pues este tratado tenía puntos verdaderamente humillantes como eran :

1.- Cesión de la provincia peruana de Tarapacá con Iquique y la faja costera boliviana con Antofagasta y Cobija.

 2.- Pago de una compensación de guerra de 20 millones de pesos.

 3.- Devolución de las propiedades confiscadas por Perú y Bolivia a ciudadanos chilenos.

 4.- Devolución del barco de transporte chileno Rimac, capturado por un barco de guerra peruano.

 5.- Anulación del tratado secreto existente entre Perú y Bolivia y renuncia a la formulación de una Confederación Perú-Boliviana.

 6.- Derecho de ocupación del territorio peruano de Moquegua, Tacna y Arica hasta el cumplimiento de las condiciones antedichas.

7.- Obligación del Perú de no transformar Arica en plaza fortificada.

 Ante ello Càceres indignado se levantò en armas contra Iglesias, con el apoyo de un gran número de patriotas peruanos en su mayoría del Centro del Perù, entre ellos Josè Galvez Moreno, y el cual destacó en otra hazaña: Encabezando a un puñado de jóvenes valientes se apoderó de una locomotora y diez vagones cargados de armas, municiones y víveres, en la aldea de Chicla (un 25 de noviembre de 1885).

 En dicho tren capturado, Cáceres marchó con sus tropas a Lima y derrocó a Iglesias.
Gálvez desempeñó también la Subprefectura e Intendencia de Policía de Lima y fue elegido diputado por la provincia de Hualgayoc.

Josè Galvez Moreno tuvo un trágico final en una de las salas del Club de la Unión, dejando una viuda (Enriqueta Evens Evens, de nacionalidad británica) y cinco hijos.
Por todo lo antedicho, Josè Miguel Galvez Moreno, debe de tener un reconocimiento que verdaderamente vaya de acuerdo a todo lo que diò al Paìs.  Un busto puesto por los oficiales de la Marina de Guerra del Perù en la plaza de Armas de Tarma en el año de 1971, fuè retirado y actualmente yace en un rincón de la entrada de nuestro Municipio Tarmeño en un lugar nada decoroso, pidiendo silenciosamente ponerlo en el lugar que este gran hombre de Tarma y el Perù, verdaderamente se lo merece.

Gloria a nuestro ilustre héroe tarmeño, Don Josè Miguel Galvez Moreno, en el dìa de su cumpleaños, 17 de Febrero de 1850 !!!

BIBLIOGRAFÌA :

1)      “Josè Galvez Moreno, Biografìa”, Wikipedia, la enciclopedia libre : http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_G%C3%A1lvez_Moreno

2)      Linares Mascaro, Ernesto : “José Gálvez y el combate del 25 de mayo de 1880”, Blog Variedades : http://elinaresm.blogspot.com/2010/05/jose-galvez-y-el-combate-del-25-de-mayo.html

3)      Palomino Vega, Alejandro : “La participación de los Tarmeños en la Guerra con Chile”, Editorial Dennis Morzàn , lima 1976.

4)      Galvez Barrenechea, Josè : “Obras Completas”, Editorial OKURA EDITORES, lima 1985.

5)      Basadre Grohmann, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomo 7, pág. 1845; tomo 8, pág. 1991. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
 

 

6)     Saona, Jonatan : CAPITÁN DE FRAGATA JOSÉ GÁLVEZ MORENO, Ayudante de Cáceres en La Breña. Direcciòn Web :  http://gdp1879.blogspot.com/2009/01/jos-glvez-moreno.html
 
 

 
 
                   (Plaza Josè Galvez Egùsquiza en el Callao, Plaza en honor al padre de Josè Galvez Moreno,recibiendo un justo homenaje departe de la Marina de Guerra del Perù por su inmolaciòn por la patrìa en el combate del 2 de Mayo de 1866,
y en Tarma?)
 
 
 (Otra vista de la Plaza Josè Galvez Egùsquiza en el Callao-Perù, ciudad que rinde honores al hèroe Cajamarquino del Combate del 2 de Mayo, casado con la ilustre dama tarmeña Angela Moreno de Galvez, ambos padres de Josè Miguel  Galvez Moreno a quièn va dedicado el artìculo)
 
                     
                  

 

 

 

 

 

 

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